viernes, 26 de noviembre de 2010

Qué nos enseña el dibujo


1. La primera aproximación al estudio de la representación la hacemos a través del dibujo; si pretendes hacer otras cosas como pintar o hacer escultura y no dibujas antes, comienzas la casa por el tejado. Parece un tópico pero: ¿Qué nos enseña el dibujo?

-Nos hace reflexionar sobre la mejor manera de cuadrar la imagen en el papel.

-Nos hace relacionar los objetos entre sí, mediante conexiones internas: líneas imaginarias que generan ritmos y equilibrios.

-Nos hace analizar la cercanía o lejanía de los objetos. El objeto que está más cerca de mí está más cerca del borde inferior del papel; el que está más lejos, más arriba. De esta manera ellos se reparten su espacio y generan profundidad.

-Nos da mejor visión de lo que es el claroscuro. El correcto reparto de luces y sombras genera la sensación de volumen. Tenemos que mostrar dónde está la luz, la sombra propia del objeto, y la sombra arrojada. Estos tres elementos bien repartidos y definidos crean por sí mismos sensación de espacio y volumen.

-Trabajar con gamas monocromas enseña a comprender la importancia del contraste en sus diferentes claves tonales. Este aspecto es muy importante para definir un estado de ánimo o una atmósfera concreta. Un fondo de tonos claros muy luminosos con pequeños toques oscuros es una clave alta, mientras que la clave tonal baja se representa por pequeñas luces en un fondo de grandes zonas oscuras, como por ejemplo un paisaje nocturno iluminado por la luz de la luna.

-“El más largo aprendizaje de todas las artes es aprender a mirar” (Goncourt).

A las personas que acuden a nuestro taller yo les aconsejo comenzar dibujando del natural, con la técnica del carboncillo, en un tamaño tipo A3, y sobre un soporte colocado en el caballete en vertical. Con ello educamos el pulso para sostener el brazo y la mano alzados mientras trabajamos. Esto es una complicación con respecto a los pequeños dibujos que todos hemos realizado en casa o en el colegio; nuestros pequeños bosquejos hechos a lápiz los dominamos porque cuanto menores son las dimensiones, menores son los problemas. A esto le añadimos que al no apoyar la mano, tenemos que trabajar el equilibrio de nuestro pulso. Esto va a ser importante para cuando cojamos el pincel porque ¡no vamos a restregar nuestra mano sobre la superficie pintada, claro!

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